miércoles, 19 de septiembre de 2012

Los Milagros y los Remedios, en la balanza

Subí al santuario de Los Milagros para ver las pinturas de su cabecera, recientemente restauradas. Había misa vespertina. El cura encendió las luces del presbiterio y los dos tramos de la bóveda brillaron delante de nuestros ojos: el sacro espacio refulgía. Los brillos de las sobredoradas maderas del baldaquino se prolongan ahora en una aureola de rayos que enmarcan a modo de corona unas nubes orladas por Ángeles y Serafines. El cielo es azul, detrás.




Las representaciones de los padres de la Virgen a un lado, Adán y Eva con la Serpiente al otro, se perciben de nuevo entre árboles en la base de las pinturas (San José y el Bautista están ocultos tras el mueble litúrgico).

Pinturas y vidriera Paúl: Virgen Milagrosa.
Subimos, y sobre nuestras cabezas se extiende una lujosa composición heráldica de temática mariana, muy decorativa. En el centro está el escudo con las dos primeras palabras de la oración mariana por excelencia, en latín, y una corona de cabezas angélicas entre nubes, y el cielo tachonado de estrellas. A los lados, en el centro de unos marcos dorados, hay otras inscripciones, con las cuatro primeras palabras de aquella. Esto es: “Ave María / Gratia plena / Dominus tecum”. Con la corona real que sostienen ángeles se cierra lo principal de la composición, que se completa sobre el fondo blanco con otros ángeles que llevan una cinta roja por orla, en la que hay flores rojas y hojas. Un geometrismo de ángulos lo domina todo. Estas pinturas se pueden ver desde el 27 de agosto, unos días antes del inicio de la concurridísima novena. Tras el baldaquino, bajo la escena de la Asunción, con los Apóstoles a los pies en torno al sarcófago vacío de aquella, hay una larga inscripción que fecha la restauración de las pinturas en 1894. Entonces había Paúles ocupándose del santuario. Allí siguen hoy...

LOS REMEDIOS DE OURENSE


La Virgen no está ya en esta capilla al pie del viejo puente medieval de Ourense. Con anterioridad al devastador incendio de hace un par de años se guardaba en las instalaciones convecinas de los Salesianos. Retablo e imágenes, exvotos, todo y más ardió en aquel día central del verano. Una intervención de urgencia para retirar elementos de aislamiento insalubre ha sido todo. Otra ‘intervención’ nocturna posterior derribó la estatua del noble renacentista desde su tumba, rompiendo su labrado granito al caer sobre el enlosado.

Desde entonces la novena y su fiesta tienen otro aire. El atavismo de su posesión histórica ha conducido a este estado. Mientras los distintos poderes tradicionales debaten su control y deciden, las devotas gentes, ante la prueba, lo han hecho ya. Los cirios encendidos, que nunca faltan ante su ventana petitoria, se han multiplicado en estas semanas: avisan ante sus consagradas paredes que no se olvida…

(si lo deseais vide nuestro artº aquí el pasado lunes)

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